Una colega a quien sigo en Twitter, a la postre, especialista en gestión, reflexionaba sobre la falta de humanidad hacia los pacientes en la atención hospitalaria. Con la brevedad que ofrece Twitter, Sara Barrachina (@SaraBarrachinaH) citaba «La muerte íntima» de Marie de Hennezel, de 1996.
Comenzó citando un largo texto en el que se narra la experiencia de una paciente con eso que en otras latitudes se conoce como Revista general o Grand Round:
«Entran diez médicos en tu habitación. Te dan la mano con indiferencia y se ponen a discutir entre ellos sobre el tratamiento a seguir contigo como si tu no estuvieras delante. El médico jefe le pregunta a la supervisora si has hecho deposición, si duermes bien, si has vomitado… se preguntan y se responden el uno al otro estando tú ahì ¡como si fueras tonto!
Mientras los residentes se ponen a mirar por la ventana con los ojos perdidos en el horizonte para no encontrarse con tu angustiosa mirada. Sientes que se pronuncian palabras ininteligibles que parecen refereirse a la puesta en marcha de un nuevo tratamiento a ver si con esto… Y entonces dan media vuelta y se van. Sin que haya nadie con un mínimo de humanidad para sentarse unos minutos a tu lado y preguntarte cómo llevas tu enfermedad.
Pues yo he participado de este modo de trabajo. Se llama Revista General, Ronda General o Grand Round. Lo que deja de mencionar la protagonista, y de reconocer, es que esa sesión que parece impersonal, es una etapa de todo el proceso hospitalario.
Se olvida la protagonista o el protagonista que tiene un médico asignado. Está con él o ella durante el día. Le recibe, conversa, interroga y hace una historia exhaustiva al ingreso. Establece una relación porque será su médico tratante. Intenta conocer detalles más complejos y profundos que solo la enfermedad actual.
Es casi un trabajo de detective. Interroga, examina, detalla,. Vuelve a preguntar. Confía y desconfía. Propone hipótesis diagnósticas. Prepara «el caso» cada día y cada noche.
Ese médico, por lo general interno o residente, que por algo se llaman así, termina haciendo de abogado defensor y fiscal al mismo tiempo en esa Revista general. Sus decisiones, estudio, preparación y conexión con el paciente determinarán su evolución.
Esos «diez médicos» que entran y hablan entre ellos no constituyen el único contacto. La revista es apenas una parte – muy importante, eso sí – de todo el proceso. Importante porque de la interacción entre médico tratante asignado y la revista, surgen la mejor opción, o de eso se trata.
Porque los adjuntos y jefes, con mayor experiencia y conocimientos, conocerán al paciente, lo verán directamente. Asesoran y deciden con base en la discusión científica, pero también humana. Al menos así ocurría hace 10, 20 o 30 años. No es posible ni justo reducir el análisis al momento de la revista general.
Creo incorrecto olvidar toda la labor, el contacto y la relación que establece el médico interno o residente que asumía o asume el paciente casi 24 horas al día. Otra cosa sería y es reduccionismo injusto.
El sistema era o es imperfecto. Sin embargo, como comentábamos recientemente en una guardia con médicos residentes de mi hospital: al menos en aquel modo de trabajar era más difícil encontrar «trolas» o «marrones» de algún caso que han intentado colar, edulcorado, en una sesión a puerta cerrada. Obligas u obligabas a todos ¡A TODOS! A estudiar, y actualizarse, con la obligación, y la aspiración de participar activamente en la solución, con todos los elementos disponibles.
Entran diez médicos en tu habitación. Te dan la mano con total indiferencia…
Se preguntan y responden el uno al otro estando tú ahí