Esto lo leí en otro blog, pero me pareció un resumen tan práctico que aquí lo expongo. Se trata del tema del manejo de la vía aérea en situaciones urgentes. Muchos de los médicos de urgencias y los que en general trabajan en situaciones críticas enfrentamos siempre la dificultad propia de establecer una vía aérea urgente permeable en situaciones complicadas o de gran dificultad, diferentes a los eventos controlados de los simuladores, modelos e incluso los quirófanos en cirugía electiva o urgente. No tiene nada qué ver manejar una vía aérea a priori difícil en un paciente a quien se ha hecho una evaluación pre-operatoria, se atiende en un ambiente tranquilo, con todas las garantías y recursos, con el estómago vacío, y bajo sedación y relajación, con el teatro de operaciones de una «sala de choque» o «sala de trauma», «RCP», «central» o cómo se llame en cada hospital.
Dentro de la complejidad de atender un paciente politraumatizado, crítico o en shock, o con las 3 entidades, que es lo común, el proceso de toma de decisiones debe mantenerse presente, racional, rápido y simple. Es lo que se ha buscado con los acrónimos, pnemotecnias o esquemas. Los manidos ABC, ABCD o VIP. Recordar estas reglas permite poner en perspectiva la situación sobre una red de seguridad mientras se consigue afinar el diagnóstico.
De cualquier forma, garantizar una vía aérea urgente permeable no es simplemente un momento de fineza técnica, de fioritura para el ejecutante ni una demostración de destreza por sí misma. Puede constituir la diferencia entre el éxito o el fracaso del resto de medidas a aplicar. La vía aérea segura es la estación de salida del tren de transporte de oxígeno a los tejidos, especialmente a los órganos vitales.
Garantizar una vía aérea urgente no implica perder la calma pero tampoco permanecer impasible. La aproximación a este tipo de pacientes es un proceso de alerta dinámico, pero en el caso de la vía aérea puede consumir un tiempo importante y no siempre hay éxito al primer intento.
La pre-oxigenación es muy importante en la vía aérea urgente: Ventilar al paciente con una bolsa o Ambú, vigilando la correcta expansión torácica, de manera sincrónica con los movimientos respiratorios espontáneos si existen, facilitando el confort y un buen flujo de oxígeno al 1,0 para alcanzar una SpO2 de 100%. Esto proporciona un margen de 3 a 5 minutos para hacer un primer intento de intubación. Aquel es un tiempo suficiente para un intento técnicamente correcto y en la mayoría de los casos se alcanza el objetivo.
Si la SpO2 empieza a caer, debe detenerse el intento de intubación y volver a ventilar al paciente con bolsa o Ambú. Lograr la SpO2 o SaO2 de 100% para tener otra vez el margen de 3 – 5 minutos en el segundo intento. Lo ideal sería que el profesional mejor preparado en la técnica sea quien intente la intubación.
Un tercer intento puede afrontarse con la previa re-oxigenación. En este momento ya debemos contar con el equipo de cricotomía, de tal modo que en caso de falla, podamos intentar esta opción.
Cabe recordar que el proceso de pre-oxigenación con ambú no requiere un esfuerzo sobrehumano ni una aceleración intensa. No es necesario fatigar los antebrazos haciendo que la máscara acople herméticamente ni la bolsa colapse totalmente o su frecuencia de compresión luzca desesperada.
Evidentemente hay condiciones clínicas que impiden seguir este esquema de intentos: Por ejemplo la lesión cerebral severa o la falta de recuperación de la SpO2 durante la ventilación con ambú. Seguir intentando o ventilando con ambú sin éxito es una pérdida de tiempo y probablemente del tejido vital.