El uso irracional de recursos en Urgencias

Alba es una mujer de 35 años, quien salió cualquier noche a festejar con sus amigos. Los tragos y «chupitos» se sucedieron uno tras otro y gradualmente Alba comenzó a caminar de manera «extraña», aumentando el plano de sustentación, o lo que es lo mismo, caminando con las piernas separadas por la sensación de inestabilidad que tenía, tambaleándose y tendiendo a perder el equilibrio. También hablaba de manera extraña, pues su lengua parecía un trapo. Se quejaba de náuseas y de que todo daba vueltas. Su mejor amiga, preocupada, no entendía qué pasaba y al ver la «extraña» conducta de su amiga, las preocupantes manifestaciones, decidió llevarla a Urgencias. El evidente estado de embriaguez, o en términos médicos, el efecto tóxico del alcohol, aunque difícil de entender para su preocupada amiga explicaba las manifestaciones de Alba.

 

Elena, de 25 años, esa misma noche salió con sus amigos y su novio. También ingirió alcohol y otras cosas. En algún momento de la noche decidió hacerle cosquillas a su pareja quien respondió de la misma manera pero con más energía, en una especie de justa amistosa pero enérgica. 
Elena rió tanto que le «dolían las costillas». Tantas carcajadas y espasmos desencadenaron dolores en el epigastrio y la espalda hasta que el dolor se hizo intenso y Elena sufrió un pre-síncope, del que se recuperó absolutamente. Como decimos, ad integrum. Sin embargo, su novio decidió llevarla a Urgencias. 
Ninguna alteración analítica ni radiográfica ni electrocardiográfica permitieron el alta 4 horas después.

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Martín vino a pasar un fin de semana a su apartamento de playa, aunque terminaba el otoño, así que lo de playa es solo un eufemismo. Ha tenido frecuentes episodios de rinitis y rinofaringitis por lo que siempre lleva consigo un antihistamínico. Encendió la llamada bomba de calor – que es como se llama la calefacción por el sistema acondicionador de aire en España -, y que no encendía desde hacía más de 12 meses, porque hacía bastante frío. 
A las 4 de la mañana le despertó una frecuente tos seca y una sensación de ahogo por congestión nasal intensa. Entonces decidió ingerir un comprimido de su antihistamínico, pero al notar falta de mejoría decidió ir en busca de ayuda. Encontró a un policía y le preguntó por un hospital o un ambulatorio. El agente amablemente le dijo: «depende como se sienta, el ambulatorio está a unas calles en esa dirección y el hospital está a 15 Km en esa otra».
Martín decidió ir a Urgencias de un hospital tipo 3 a las 5 de la mañana para ser diagnosticado de rinofaringitis aguda.
 
 
Son tres casos reales en dos noches consecutivas de trabajo en Urgencias de un hospital público, que evidencian el mal uso de recursos de un servicio probablemente por falta de información en el tercer ejemplo, pero también por falta de sentido común. 
Es posible que sea discutible el segundo ejemplo, pero es evidente que un usuario mejor informado y un uso racional de recursos por los proveedores y los usuarios, prevendría el gasto innecesario en tiempo y dinero que suponen casos como los mencionados.